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Explora la ciudad a pie o en bicicleta, o utiliza el transporte público, ya que las plazas de aparcamiento son escasas. La torre inclinada, el campanario independiente de la catedral, es adonde se dirige la mayoría de la gente. Una vez allí, regatea con los vendedores ambulantes de recuerdos.
La torre y la catedral se encuentran en el centro de la amurallada Piazza dei Miracoli, que ofrece dos ejemplos más de la diversidad arquitectónica de Pisa: el bautisterio y el Camposanto (el cementerio).
Deja atrás los árboles de la Piazza Martiri della Libertà de camino hacia el centro histórico de Pisa. En la plaza de los Caballeros, contempla las fachadas del palacio de la Carovana y del palacio del Colegio Puteano, que en la actualidad ofrece alojamiento a los estudiantes de la prestigiosa Scuola Normale Superiore di Pisa.
Después de todo un día de caminata por el centro histórico, pide un plato de pasta o de “sullo scio”, un tipo de sopa, en uno de sus cafés. Luego haz lo que hacen las familias lugareñas y pasea por las orillas del Arno. No te pierdas la pintoresca y diminuta iglesia gótica de Santa Maria della Spina.
Pisa tiene veranos calurosos e inviernos suaves. Al igual que en las ciudades más típicas de la Toscana, no hay mucha vida nocturna, por lo que no tendrás problema para levantarte temprano y visitar el mercado de productos frescos de la Piazza delle Vettovaglie o ir a comprar moda bajo los soportales cercanos de Borgo Stretto.
Mucha gente ve Pisa como un trampolín para visitar el resto de la Toscana, haciendo uso del aeropuerto internacional de las inmediaciones de Pisa y, después de una rápida visita a la torre de Pisa, toma el tren interurbano rápido a Florencia u otros lugares. Sin embargo, se recomienda pasar la noche si quieres apreciar la verdadera belleza de Pisa.